martes, 15 de julio de 2014

Silogismo encabronado

Dicen que disque soy más cabrona que bonita, que no me debería de andar con mamadas y debería de mejorar tantas y tantas cosas que hay en esta casa que está en ruinas.
Dicen que disque las mujeres debemos de ser cabronas, y algunas atrevidas aseguran que debemos de tratar a los hombres como los pendejos que disque son, que yo la verdad ya no creo que sean pendejos, si acaso se hacen, los culeros, porque saben que igual seremos muy cabronas pero igual siempre los queremos.
Dicen que disque las cabronas no se apendejan por cualquier cosa y van por la vida sabiendo lo que valen y sabiendo que valen mucho.
Y sí, soy una cabrona, que hace no lo que quiere, sino lo que puede, nada más por el pinche puto placer de hacerlo.
Qué habla a gritos y manda a la verga lo que no quiere, así de sencillo. Qué no rodea las cosas, que te dice lo que piensa al chile, y si te gusta ¡Qué al pedo! y si no, te manda a la chingada.
Soy una cabrona, es cierto, y siendo así no cualquier pendejada hace que pierda los estribos.
Lo cierto es que la vida misma está llena de mamadas que a veces no son fáciles de soportar, y soy tan cabrona que me río de esas mamadas y digo ¡Vales verga, pendejo! ¡Te pones a tono, o no te pones, putito!

Pero díganme ¿De quién se puede enamorar una cabrona, sino es de un cabrón?

jueves, 10 de julio de 2014

A quien corresponda

Empecé mal… empecé mal desde antes, mucho antes de que todo esto pasara.
Yo debí de haber sido el amor de tu vida, tú debiste haber sido el primer hombre al que yo amara con tantas fuerzas que al mirarte sintiera mi corazón brincando de felicidad.
Tú debiste ser el primero que me hiciera sentir una princesa, que con tan sólo mirarme me hiciera sentir la mujer más bonita y bella del mundo.
Tú debías llenar mis horas, besar esas partes de mi alma que nadie más podía besar, que te correspondía a ti; porque tu eras el referente a todo lo que precedía y tenías la obligación de prepararme, de enseñarme a quererme, como ningún hombre lo hará nunca.
Tú debías indicarme que todos son unos pendejos, que no necesitaba a nadie a más que a mí.
¡Es que era tu maldita obligación!
Tú tenías que aparecer antes que nadie, y soportar mi locura. Tú tenías que sentirte orgulloso de mí, y tenías que mostrarme que puedo comerme al mundo si yo quiero.
Yo tenía que tomar primero tu mano, y la de nadie más, y caminar así. Tú deberías de ser el hombre de mi vida, y no uno al que apenas y conozco.
Y ahora me dices que te vas, pues bueno, vete, tú debías aparecer desde un principio y no a estas alturas.
Y no porque no fueras el primero, significa que haya dejado de amarte; no porque no seas ni mi héroe, ni mi príncipe azul, significa que no te extrañe o que no te ame con todas las fuerzas de mí ser.
Sólo quería decirlo, admitirlo, que tú tenías que estar ahí, que tú tenías que ayudarme a crecer con el corazón sano y no roto.

¿Qué no te has fijado que los padres son como los Dioses en las mentes de los hijos?

domingo, 6 de julio de 2014

Peor que la friendzone.

Éramos buenos amigos, quizá es lo que más extraño. Tener un cómplice, alguien con quien valiera la pena cerrar la puerta, cambiar de dirección en el coche, dejar que el mundo siguiera y encerrarse sin razón aparente.

Éramos buenos amigos, extraño esos secretos, esas cosas de las que hablábamos, que hacían referencia a cosas que sólo tu y yo sabíamos; como un lenguaje alternativo que nada más tu y yo conocíamos.

Era bueno sentir como el alma me regresaba al cuerpo cuando te abrazaba, sin decir una palabra, mi sangre recobraba fuerza y volvía sentir que todo marchaba bien.

Me gustaba cuando decías "Esto nunca lo he hecho con nadie" "Yo no hago esto por nadie"; me hacía sentir especial, me hiciste sentir especial; aunque al final no lo fuera.

Quizá es lo que más extraño, sentirme especial para ti. Éramos buenos amigos, y sin importar a donde fuera, estaba perfecto si iba contigo. Los videojuegos, la comida chatarra, tus amigos que luego se hicieron míos. Extraño eso.

Éramos buenos amigos, y nada más importaba más que los viernes que llegabas a mí, que me hablabas de esa forma rara para hacerme reir y quedar mal con mis vecinos. Las galletas con leche sabían bien sólo contigo. Detesto las galletas y detesto la leche.

Podía hablar sin parar después de un día atareado, y mientras manejabas tu me decías: "Continúa, no te estoy ignorando, me gusta escucharte", y nos peleábamos por saber quien pondría su música, y casi siempre ganaba yo.

Éramos buenos amigos, y por eso bailaba contigo, aún y cuando hicieras esos gestos raros burlándote de todos, me daba un poco de verguenza, pero me daba más risa, y me reía contigo. Yo tampoco sabía bailar, sólo lo hice contigo.

Por esa complicidad entre los dos, te permití que cruzaras límites que ni yo sabía que existían, yo confiaba en ti, por qué éramos buenos amigos.

Extraño poder confiar en alguien, poder seguir a alguien, te extraño a ti y a todo el universo que nos rodeaba cuando nos tomábamos de las manos.


Éramos buenos amigos, quizá tu necesitabas algo más, lo siento, te di todo lo que quedaba.

Desafortunadamente insomne.

Ella es nocturna, trasnochera, insomne; y se me posa en la nariz cada vez que siento que él no está.
Es como si tuviera un sexto sentido para adivinar el momento justo en el que no debería aparecer, y entonces camina, sigilosa, se me posa en la punta de la nariz, y me la espanto con las manos.
Hay algo de belleza en eso, por alguna razón las personas la encuentran hermosa.
Alguna vez lloré en sus brazos, mientras sentía su frío corazón palpitando en mis oídos; desde entonces debí de haber entendido ciertas cosas, porque ella nos miraba a los dos, melancólica, sin decir nada.
Alguna vez le dije a él que su estancia en mi vida había sido como sacarme la lotería; lo sentí muchas veces así, cuando el sol brillaba en sus ojos verdes sentía que no podía ser mas afortunada. Y bueno, ahora que he perdido el boleto, ya no me siento con la misma suerte.
Ahora somos sólo yo y ella, escribiendo, cantando, maldiciendo, viendo la muerte de los días y las parejas felices infestando el verano.
A veces creo que ella lo extraña más que yo, no es fácil soportarme por tiempos prolongados.
Yo lo extraño a él, y sueño con el momento en que vuelva a escuchar su voz diciendo mi nombre. Cuando eso pase, mis tímpanos harán una fiesta tan ruidosa que los relampagos de la tormenta apenas y serán percibidos.
"Karen...Karen"...me susurra el recuerdo, ¿o será ella la que me está llamando para irme a dormir?