martes, 15 de julio de 2014

Silogismo encabronado

Dicen que disque soy más cabrona que bonita, que no me debería de andar con mamadas y debería de mejorar tantas y tantas cosas que hay en esta casa que está en ruinas.
Dicen que disque las mujeres debemos de ser cabronas, y algunas atrevidas aseguran que debemos de tratar a los hombres como los pendejos que disque son, que yo la verdad ya no creo que sean pendejos, si acaso se hacen, los culeros, porque saben que igual seremos muy cabronas pero igual siempre los queremos.
Dicen que disque las cabronas no se apendejan por cualquier cosa y van por la vida sabiendo lo que valen y sabiendo que valen mucho.
Y sí, soy una cabrona, que hace no lo que quiere, sino lo que puede, nada más por el pinche puto placer de hacerlo.
Qué habla a gritos y manda a la verga lo que no quiere, así de sencillo. Qué no rodea las cosas, que te dice lo que piensa al chile, y si te gusta ¡Qué al pedo! y si no, te manda a la chingada.
Soy una cabrona, es cierto, y siendo así no cualquier pendejada hace que pierda los estribos.
Lo cierto es que la vida misma está llena de mamadas que a veces no son fáciles de soportar, y soy tan cabrona que me río de esas mamadas y digo ¡Vales verga, pendejo! ¡Te pones a tono, o no te pones, putito!

Pero díganme ¿De quién se puede enamorar una cabrona, sino es de un cabrón?

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