No logro
entender la conducta de algunas de mi congéneres, que salen a la calle prácticamente disfrazadas; parecidas a cualquier otra cosa menos a ellas mismas.
Vistiendo
sus cuerpos con prendas diseñadas por personas que no las conocen, y que de
hecho, tienen estándares femeninos muy lejanos a las mujeres promedio.
Con kilogramos
de maquillaje que terminan por transformar sus facciones en algo que no les
pertenece a ellas, algo que en algunos casos ni siquiera pertenece a este mundo.
No entiendo
el uso cotidiano de artefactos de tortura como son los tacones, la ropa
interior de encaje, las uñas postizas que están diseñadas para que no puedas
bajarte o subirte el cierre de los jeans, y todo tipo de parafernalia excéntrica,
metódica, a la que no le encuentro sentido alguno.
No es no
haya usado maquillaje de vez en cuando, cuya función, me contaron, es resaltar
los rasgos femeninos como los pómulos, las pestañas largas y la finura del rosto,
aunque no entiendo de qué forma eso me hace bonita.
También me
he visto en la obligación de subirme a tacones, y mi estilo al caminar cambia
radicalmente, yo lo llamaría: Pasitos de yegua recién parida.
De la ropa interior
de encaje mejor ni hablamos, que antes prefiero no usar nada, a usar algo que
no me cubre nada pero cuya presencia en el día lastima más que el sonido del
despertador después de una noche de parranda.
La otra vez
estaba sentada leyendo unos textos en mi trabajo, cuando uno de los molestos
operadores llegó y me dijo: ¡Oye, cosa rara!
Y sí, soy
rara, camino y hablo medio rarito; y no hablo de esa diferencia que dicen que
te hace especial y única como en los anuncios de toallas sanitarias, sino que
hablo de esa rareza que te hace un poco más fea de lo que en verdad eres.
Lo raro es
pariente de lo feo. Quizás, yo necesito más que mis congéneres de esos accesorios
superfluos e imprácticos; pero no los uso, no sé hacerlo.
Soy la
mujer “nada más”…
“Eres muy
bonita y muy inteligente, nada más te hace falta cuidarte más, nada más te hace
falta bajar de peso, nada más te hace falta usar otro tipo de ropa/ maquillarte/dejar
de fumar/dejar de tomar/cruzar la pierna al sentarte/no decir majaderías/enderezarte/ser
segura de ti misma/no morderte las uñas/ ser femenina/usar aretes/ser más dulce
y ya con eso”
Y ya con eso entonces
no sé que sería, quizá la mujer más frustrada del mundo.
Y sin
embargo, ellas, las que su única gracia es tomarse fotos “pa’l face” y ser “agradable”
a la vista de no sé quién. Ellas a las que no entiendo ni siquiera un poco,
ellas tienen novio, tienen un iphone, ganan más dinero y hacen menos trabajo.
Ellas no
batallan, y su única competencia son las demás que son como ellas. A este paso,
podré hacer muchas cosas, podré escribir libros, podré hacer una maestría o dos
o tres y un doctorado si es que quiero.
Pero los
hombres no se masturban con la inteligencia de las mujeres, y aunque así fuera,
me tiene sin cuidado con que se masturben los hombres.
“Moriré sola
papi, sola; y si tengo algo de suerte, con un gato” le dije a mi papá mientras
me comentaba que era lo que debía de hacer yo y que era lo que querían los
hombres.
Yo, la cosa
rara, quizás por mera "practicidad", debería dejar de ser un poco menos Karen y
un poco más cualquier otra opción.
Quizás.
Hay mucha gente rara en este mundo, de hecho hay mucha gente en este mundo, lo que hace improbable morir solo. Ya con está son varias veces las que mencionas que no te interesa ser ni saber, con que se masturban los hombres.
ResponderEliminarYo creo que a la gente "rara" como la llamas (o te llamas en este caso), a la gente "nada mas ", solo les cuesta un poco mas encontrar pareja, creo que cuando nos sentimos completos es cuando encontramos a otro. La vida está llena de giros, de cosas que disfrutar, solo hace falta poner un poco mas atención a la vida y menos a los parámetros de belleza y las expectativas sociales.
Hay cosas que me giran en la cabeza durante meses, y no se trata de tener pareja o no, creo que hay personas que hacemos menos daño y estorbamos menos cuando estamos solas.
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