domingo, 15 de junio de 2014

Quizá debí decir adiós.

Quizá debí decir: “Adiós, que tengas una buena vida”, pero me resultaba falso decirlo. Uno se despide de alguien cuando no lo verá nunca más, y yo te tengo metido en el fondo del todo. Ahora, estoy segura que pasaran dos cosas, y ambas cosas están bien.

La primera será que el tiempo seguirá con su recorrido acostumbrado de los siglos por los siglos. Pasara una semana, dos, quizá tres, y en casos muy extremos es probable que pase el resto de mi vida, y siga pensando en tí.

Al principio con mucha frecuencia, todos los días, todo el tiempo. Después, con más distancia, dos o tres veces a la semana, después serás sólo un recuerdo, y cuando escuche algunas canciones o vea algunos detalles no podré evitarlo y evocaré tu vida con la mía.

Las primeras veces será casi imposible decir buenos días o buenas noches, y me alejaré de las cosas que recordaban a tí, porque no es sano andar llorando por los rincones.

Pero al final, cuando todo acabe, en cierto momento sabré que hice bien en quererte, y hablaré de mis sentimientos en pasado y la vida no será tan turbia, menos entonces a unos pasos de la muerte.

La segunda será la más dramática, la que divide mi alma en dos. Pasará determinado tiempo, puede ser una semana o dos, quizá tres, y en casos muy extremos en probable que pase el resto de tu vida, y sigas pensando en mí.

Siempre con mucha frecuencia, todos los días, todo el tiempo.

Descubrirás que algo le hace falta a tu cuerpo y te rascaras las partes donde te besé.

Extrañarás mi voz diciendo tu nombre, mi mano tomando la tuya, nuestra presencia entre tus amigos. Verás que te has mentido, que solo no puedes, que todo pasa demasiado rápido para complicarse las cosas.

Sabrás que quieres estar conmigo, que no fue suficiente lo que te di y que quieres más; y en un caso extravagante y alterno que nada de esto llegara a pasar, simplemente querrás volver para que alguien haga con tu cuerpo, lo que hice yo en la intimidad.

Quizá debí decir “Adiós, que tengas una buena vida”, pero estoy segura que me esperan noches sin dormir, lágrimas resistentes en mis pupilas, baños largos que no podrán limpiar mi alma, canciones escuchadas mil veces, letras que fluyen para llenar tu ausencia, y hasta cigarros que intentarán suplir tus labios.

Quizá debí despedirme, pero estarás en mi vida durante algún tiempo, y aunque te niegues a estar conmigo, te veré todos los días.

Sólo quiero ser madura, afrontar esto como algo que ya ha pasado antes y que sólo me ha convertido en un ser mayor. No quiero dramas, nunca los quise, todo lo que quiero es paz y amor.

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