viernes, 24 de febrero de 2012

Lo que no te dije al colgar


Estoy quemando un “Te quiero” en los labios. Lo tengo apretadito en los dientes, no lo pienso dejar ir.
Es difícil hacerlo para mí, y para tí. 
La gente dice que es demasiado pronto, la experiencia me indica que es extremadamente arriesgado y la cordura señala que es una locura.
Así me has dejado, con un “Te quiero” preso político de mi miedos y prejuicios.
Ni yo misma se muy bien que significa esa expresión. Quizá porque “Te quiero” en muchos sentidos.
“Te quiero” para mí, de esa manera egoísta con la que un niña desea una muñeca para sí misma.   
“Te quiero” para despertar contigo una mañana gris y calentar mis pies entre tus piernas durante la madrugada, antes de irme al trabajo.
“Te quiero” para que me beses, me abraces y me mires cuando estoy triste y cuando estoy feliz.
“Te quiero” a un lado mío para gritarle al mundo que se equivoca y que todo lo que me importa lo llevo siempre conmigo, amarrado a tu oscuro recuerdo cuando no te veo.
“Te quiero” para enjaularte en la cárcel de mi cuerpo y tenerte prisionero hasta que se me dé la gana. 
“Te quiero” para que quieras estar conmigo, para que disfrutes de mis tonterías.
“Te quiero” para quererte, así, como eres. Para satisfacerte, para agradarte, para hacerte reír, para observarme en tu ojos cuando inclinas la cabeza frente a mi, para verte fumar, para verte hablar y decirme “Te quiero”.
Pero quizá tu no mereces nada de esto y prefiero callar y decirte buenas noches.
Una sensación nauseabunda empieza otra vez a distorsionar mi realidad, inicia por mi estomago y recorre todo mi sistema ...otra vez. Debo dejar de escribir.

1 comentario: