miércoles, 22 de febrero de 2012

Una consulta familiar


Mi madre me ha leído las cartas y éstas han mencionado tu nombre en cada naipe. Yo les dije “¡Mienten!, ¡Mentirosas!” y sus damas españolas se rieron de mi indignación.
–Hay un hombre moreno claro, pensando mucho en tí, amándote en las noches, lejos de tu casa –mencionó mi psíquica particular. Entonces un coro de damas, acostadas en aquella mesa negra con olor a incienso y almendra, me gritaron: “¡Es él, es él!”.
Mi corazón se convenció y mi cerebro reaccionó “¡No seas pendeja!, estamos en México, la mayoría de los hombres son morenos”.
–Este hombre piensa en hacerte un regalo, tiene un pasado tormentoso y muchos problemas, principalmente económicos, son esos problemas los que lo alejan de ti –las vocecitas gritaron y se rieron de mi cara roja y mi lógica me indicó que este mes cumplo años, que cualquier buen amigo quisiera regalarme algo y que debido a mi condición de clase medio-jodida-completa, todos a mi alrededor tienen problemas económicos.
“Lo sabía, es él, te ama, te amo, desde que te vio”, gritó una vocecita en mi oído derecho. Entonces fui yo la que me reí a carcajadas y le pregunté “¿Qué es eso del amor?”
–¿Sucede algo? ¿De que te ríes? ¿No me crees? –dijo mamá enojada, pensando que me burlaba de ella, cuando realmente lo hacía de la terrible y sarcástica batalla que se desarrollaba fuera del alcance de sus ojos clarividentes, entre mi cordura y mis demonios benditos y desequilibrados.
–No, no es eso, dime ¿Qué más te dicen de él? –le respondí.
Entonces, el as de bastos surgió entre los cartones desgastados de augurios y promesas que conforman la baraja en función, eso sólo significaba una cosa –Te dicen que tendrás relaciones sexuales con él, pronto –La profecía me hizo enrojecer aún más y sonriendo para mis adentros me dije “Ojala”
–Es todo –me dijo de momento y posó sus ojos en mí, a la expectativa.
“¿De sus ojos profundos no dicen nada? ¿De sus cejas, de sus labios gruesos, de su tosca y adorable sonrisa?... ¿Nada?... Y ¿Qué hay de la forma en que me desvanezco cuando lo escucho que me habla? ¿No me dirán nada de por que lo extraño tanto en las mañanas? ¿Y como le hago para agradarle? ¿Cómo le hago para no aburrirlo jamás? ¿Cómo le hago si él no siente lo mismo? ¿Cómo le hago si las cosas salen mal?”
–¿Preguntas? –me cuestionó mi médium, mis ojos estaban llorosos de intensidad y los naipes seguían riéndose de mi vulnerabilidad
–No, así esta bien… bueno, solo una –medité al instante y explique que quería hacerla en la mente… las burlas poco me importaban a esas alturas de la consulta y les pregunté que si me querías o si me querrás.
–Las cartas dicen que si, aunque te parezca imposible, aunque creas que no puede ser verdad y por muy difícil que eso parezca y mucho más de lo que crees –Mamá no supo que pregunté, porque lo hice en silencio, por eso no supo cual fue la razón de mi repentina sonrisa. Quería que le dijera, no se lo dije ni se lo diré… igual no creo en estas cosas.     

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